martes, 27 de diciembre de 2016

La vida moderna


Vives bajo el yugo de las agujas del reloj,
con la hora hasta de cagar
apuntada en una esquina, 
en un hueco entre el gimnasio y la oficina.
 
Vives ahogado en el humo de un tráfico 
que llena tus pulmones 
de incapacidad para hacerte capaz 
y, lo que es peor, bajo el humo de un tubo de escape 
que la tierra traga 
sin saber muy bien por quién lo hace. 

Y no merece la pena.

Vives bajo las normas de los aeropuertos, 
bajo el "gracias" hasta al cabrón más grande 
que se cruzó en tu camino, 
y que solo se merece una patada en el intestino.

Vives, sin saber muy bien cómo,  
a la vez que los trenes, 
y descansas incluso menos que ellos. 

Y no merece la pena.

Vives bajo las etiquetas que tú mismo te pones, 
y huyes de las que otros más acojonados que tú 
te pusieron en el patio de un colegio. 

Y te dices que, 
ahora que has llegado al extremo contrario, 
has logrado lo que siempre quisiste, 
como un eslogan publicitario 
de los que dibujan sonrisas de mantequilla 
en las caras de la gente. 

Has huido en dirección contraria, 
solo para darte cuenta de que te moldearon ellos, 
y te ves gritando en voz baja a otros que te desoyen 
porque son más valientes que tú.

Y no merece la pena.

Vives en una cuerda que se tambalea con pasos en falso, 
que se dirigen a la dirección correcta
-o sea, la incorrecta-. 

Vives como el caudal de un río 
que a ratos se seca, 
y no te das cuenta de que lo de dejarse llevar 
solo te lleva a la vida de lo que otros te cuentan.

Y no merece la pena.

Vives con la imagen de tu perfecta vida, 
colgada en las páginas de tu propia revista 
en la que nadie lee más que lo que le interesa 
-si es que la leen-.
 
Vives rodeado de muchas cosas que no usas, 
de libros cerrados 
desde el día en el que cayeron en tus manos, 
de un armario lleno de absurdos rompecabezas, 
mientras a otros se les congelan las manos, los pies y las cabezas.

Y no merece la pena.

Vives con el móvil anclado a tus dedos, 
como una extremidad 
de la que nunca nos habían hablado 
y te sientes atado por todas las personas 
que te gritan, que te ignoran, desde el otro lado.
 
Vives sin atreverte a lanzar los dados, 
con el camino trazado 
por las manos de una sociedad 
que solo busca la hipocresía, 
y tú sonríes, la sigues y avanzas a su lado, 
como un soldado más de un juego sin tablero.

Y, desde luego, que no merece la pena.

Despierta. 

sábado, 17 de diciembre de 2016

El amor que cura

Las tempestades pasan,
pero hay huellas que siempre se quedan.
La tuya,
el fuego.
La mía,
el hielo. 

El mar en calma,
el seísmo que ya no mata,
la cadena que ya no ata:
el amor que cura. 

Heridas-suturas,
veneno-antídoto.
El fuego que ya no quema,
el hielo que ya no nos congela.
El tiempo.
Las adicciones
que ya no enganchan
y el romanticismo muerto
en una esquina
de la que no quiere levantarse.
Estamos mejor sin él,
y hasta él se ha dado cuenta.

Tú, más mío que nunca
y más libre que siempre.
Mi yo más mío que antes
y tú para quererle
sin poner condiciones. 

Aunque siga habiendo batallas,
la guerra se nos ha quedado obsoleta
y las jaulas disfrazadas de casa
se nos han quedado pequeñas.

Hoy me he despertado a tu lado,
aunque no ha sido hasta el medio día
cuando hemos follado.

Y me alegro del mar en calma
que por fin ha llegado
y me alegro de tener fantasmas
a los que también quieres
y me alegro de las cicatrices que nos hemos hecho
y de que ahora las lamas sin agujas de por medio.

La vida es maravillosa desde que ya no te necesito.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

La guerra de las X


Por quejarnos, estamos locas. Por callarnos, consentimos. Por querernos, somos feas. Por besar a más de dos, somos putas. Por lo mismo, somos menos. Por lo que llaman como menos,
somos mierda. Por amar, somos cursis. Por no procrear,  raras. Por parir, inútiles para otras cosas. Por llevar faldas cortas, somos golfas. Por tener tetas, las que son cortas son nuestras ideas. Por llevar cuellos altos, mojigatas. Por andar solas por la calle, tenemos derecho a ser violadas. Por llorar, somos débiles. Por luchar, ridículas. Por sus errores, nuestra culpa. Por la regla, el pecado. Por nacer, ya estamos condenadas.

Por comer lo que ellos, somos gordas. Por tener pelos en las piernas, asquerosas. Por ser delgadas, esqueletos. Por abortar, asesinas. Por quererle, dependientes. Por maquillarnos, faltamos a nuestro discurso de feministas. Por no hacerlo, somos unas dejadas. Por jugar al fútbol, marimachos...

Por nacer con coño, ya te asignan el color rosa, la etiqueta de princesa, la escoba como lanza. Por nacer con tetas, tus ideas no son tan buenas, tus orejas se marcan con pendientes, tu vientre es del Gobierno y tu silencio está muy cotizado. Por nacer con vagina en occidente, la suerte está garantizada, el conformismo es lo que nos piden, porque ya está penado dar un tiro a tu mujer, porque podemos ir sin velo por la calle, porque la mutilación genital femenina es un acto deleznable... 

Sí, es verdad, tenemos suerte de tan solo ser prejuzgadas, encadenadas, violadas, infravaloradas, satirizadas, ninguneadas, etiquetadas… Sí, es verdad, tenemos la suficiente suerte como para ser capaces de gritarles BASTA, pero de gritárselo a la cara. Y, preparaos, porque esa suerte pienso usarla para destruir a mi mayor enemiga. Me visto como me da la gana, me quito las cadenas de mi espalda, tu yugo inclinado hacia mí desde el día en el que mi cromosoma preferido fue la X. Me desvisto las etiquetas con las que le pusiste límites a mi cabeza. Y rompo tus ventanas. Y golpeo tus entrañas. Estoy desnuda y preparada para matarte, herida y rugiendo por acabar contigo, de una vez por todas, que salgas de aquí dentro.

Se acerca el día de tu muerte, acabaremos contigo, somos mujeres, llevamos la vida dentro. Nos hemos cansado de arrodillarnos. Ahora, hemos abierto los ojos y hemos cerrado los puños para recibirte como de verdad te has merecido siempre. Resuenan los tambores al ritmo de nuestros andares. Que tiemblen los cerdos que nos gritan por la calle, que tiemblen los presidentes que nos prohíben decidir sobre nuestros cuerpos, que tiemblen los feministas taciturnos. Resuenan los tambores, el juicio final se acerca a nuestro paso. Que tiemblen todos los que estén con ella y no se unan a nosotras. 

A la sociedad patriarcal le ha llegado su turno. 

sábado, 22 de octubre de 2016

Mi paracaídas kamikaze


No sé lo qué es la poesía contemporánea.
Perdonadme por esta confesión, 
pero no sabría definirla 
ni clasificarla.

Lo mismo me pasa con la generación del 27 
y con la distinción de los sonetos.
No he leído a muchos grandes, 
aunque sé que debería hacerlo,
ni entiendo a otros,
esos llamados genios. 

No entiendo a Whitman
ni a Bukowski; 
no he leído a Miguel Hernández 
ni a Machado
y, de Neruda, 
demasiado poco.
Lo que aprendí en la escuela 
olvidado queda;
de lo que he ido descubriendo, 
solo me acuerdo de algunos poemas.

Pero aún así,
os pido disculpas de nuevo,
me atrevo a hablaros de poesía.
Pero aún así, 
escribo, 
sin utilizar figuras
para después averiguar 
que ahí estaban,
que siempre han estado.

Pero, aún así, 
escribo,
sin conciencia ni apariencia,
escribo 
mecida por las olas de tinta
que surgen de este mar de trampas,
escribo porque sangro,
y sangro porque escribo.

Pero, aún así, 
escribo, escribo y escribo,
sin querer 
y sin acordarme de nada,
como una noche desfasada.

Pero aún así, 
escribo,
de cosas sinsentido,
de la mierda y del amor,
de la herida del espejo.

Y, a veces, rimo, 
de repente,
como una persona del barrio 
que te encuentras 
en otra ciudad de vacaciones,
creo que eso es una metáfora
y aquello una paradoja
y lo del viernes una exageración.

No sé lo qué es la poesía contemporánea,
pero sí conozco las hostias contemporáneas
que me dan sus recitales
de despertadores sin alarmas.

No sé lo qué es la poesía contemporánea,
pero quiero formar parte de ella.

No sé lo qué es,
pero todos los días 
que se cruza en mi rutina,
me salva y me mata,
me besa y me rompe,
me folla y me deja.

Estoy enamorada de ella,
de sus gafas 
(porque seguro que lleva gafas)
que me enseñan que la realidad 
estaba totalmente distorsionada.

Estoy enamorada de su garganta,
y de la forma en la que grita en susurros
que ya está bien de tanta mierda;
de su boca, 
que por fin suelta tacos
sin miedo a ser una maleducada.

Estoy enamorada de sus pies descalzos,
que pisan los cristales sangrando
y caminan por todo el mundo,
huyendo del ganado, 
corriendo despacito, 
dando patadas en el culo 
a quienes se dan la vuelta 
para lanzarle algún piropo.

Joder, qué loca me tienes,
tan revolucionaria,
tan guapa.
No quiero decirte "te quiero"
porque eso se me quedaría a la altura
de una quimera con paracaídas,
de un sueño sin heridas.

No sé lo qué es la poesía contemporánea,
pero estoy segura,
aunque el machismo abunde en cada esquina,
de que es una mujer
con la espalda partida de trabajar 
hasta tan tarde,
con las manos callosas de coser vidas ajenas,
con la paciencia de mi madre,
con la rebeldía de las mujeres 
de la generación del 27.

No estoy segura de cuándo llegaste aquí,
pero, desde que lo hiciste,
no soy capaz de soltarte.

viernes, 7 de octubre de 2016

El ángel de una atea

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Son esas gafas adheridas a tu cara,
como formando parte de ella
-y en realidad son parte de ella-.

Es esa sonrisa que te sale,
cuando papá y yo nos enfadamos por tonterías.
Es esa paciencia que a veces se te clava,
como volviéndose en tu contra.

Son esas manos que saben de todo,
esa manía de consentirme demasiado.
Esas quejas que tanto derecho tienes a gritar 
-más que ninguno-.

Son esos ojos escondidos de algunas arrugas,
las que ocultan tanta vida derramada por tus pupilas.
Son esas arrugas alrededor de tus labios,
erosionados de las muecas de tu boca
-ya fuera risa o llanto-.

Es esa cabeza tan poblada de cabello,
como queriendo ocultar todas las historias
que habitan sus entrañas
esa cabeza que rebosa de ingenio.
Es esa lengua que siempre tiene una respuesta,
aunque a veces no sea la correcta.

Son esas piernas tan curtidas de experiencia,
funambulista caminando por el filo de una navaja,
desembocando en el barro unas veces, 
en el cielo otras. 

Es ese amor que se te sale 
por cada uno de los costados,
esa nostalgia que te llena de culebras,
esos recuerdos que te traen de vuelta.

Es esa amistad 
a la que cada día nos acercamos más.

Es por todo eso, mamá,
que yo no creo en ángeles ni demonios, 
pero creo e tus brazos
y me aferro a ellos.

sábado, 1 de octubre de 2016

Fin del poema


En este preciso momento haría el poema más feo de toda la historia de la poesía -y mira que es larga. Lo llenaría de palabras malsonantes, de sapos y culebras. Me llamaríais maleducada, chabacana y palabras varias que no terminarían -se supone- por dejarme en muy buen lugar. Pero, como intento ser poeta fina y no quiero que nadie me tache de grosera, intentaré que las palabras malsonantes, feas y sinceras se queden al otro lado de la pluma.

Porque soy una dama, correcta y educada, y ni quiero defraudaros a vosotros ni a la educación que se me ha brindado. Porque las mujeres somos señoritas que hablan correctamente y yo no voy ni quiero ser menos -no, por dios. Ni que la alta aristocracia se piense que nací para decir las cosas que se me vienen a la cabeza cuando alguien me trata como a un trapo. Porque yo no me pongo al nivel de ninguna verdulera y me trago todos mis venenos antes de permitiros la satisfacción de verme descontrolada.

Porque soy educada, educadíííísima, fina y refinada.

Dicho todo esto y ahora que están todas las cosas claras:

ERES UN GRANDÍSIMO GILIPOLLAS.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Una suerte coja

Llevo una piedra en los zapatos que siempre vuelve a resurgir, como quien dice "una suerte coja", por llamarla así, desde el optimismo con el que otros son capaces de nombrarla. Y porque sí, ya sé que en el fondo no es nada el todo en mi mundo, pero qué más da, si a mí me cuesta respirar a veces de tanta mala estrella que creo tener, de tantos tropiezos enganchados a los mismos defectos. No sé. No puedo. Nada tiene demasiado que importar en el girar de mi ombligo. Como diría Mushu, soy una bichita con suerte, aunque a veces sea una suerte de mierda.

lunes, 5 de septiembre de 2016

Desqueriendo

Cansada de las limitaciones
de los amores convencionales,

de que el apoyo signifique
cortar verdades en mitades
que no te duelan.

Cansada de las reglas de la monogamia
que me molesta si se incumplen,

de que quererte se limite 
a no tener ningún límite,
de confundir más con mal.

Cansada de que tengamos que ponerle
una fecha de comienzo

y otra de caducidad:
la de siempre;

de querer saberte a todas horas,
sintiendo alguna especie de ansiedad;
de que tú tengas que ser mío
y yo tenga que ser tuya,
de intoxicarme de innecesidad,
de quererte 
más de lo que yo 
me he querido jamás.

Cansada de los celos, 
de los regalos de aniversario,
del fetichismo a los amores-huracán.

Cansada de que seas mi vida:
eres de lo mejor de mi vida.

Cansada de cansarme,
Cansada de amores convencionales.
Cansada de mí y mis acciones convencionales.

Pero te quiero, 
mucho y mal.

Te quiero sin saber, 
queriendo,
estoy aprendiendo
a quererte entendiendo 
a desquererte
para quererte mucho mejor.

jueves, 25 de agosto de 2016

Florecer



Despierta,
corre inquieta la niña de las cavernas,
encadenada a mis raíces más profundas,
flotando en la sangre más oscura de mis venas.

No se da cuenta
de que por mucho que la piel envejezca
sus marcas,
manchas de nacimiento
color verde selva,
son parte de sus cien máscaras.

Ceniza prendida,
pantera negra,
adolescencia podrida.
Pero, aunque sigue ahí,
¿estoy madurando?
No.
Es solo piel muerta,
y, sin embargo, joder,
¡qué distinta me siento!
¿Qué coño ha pasado?

Si nunca me encuentro,
a lo mejor es
porque nunca estoy
en el mismo lugar.
Si siempre me pierdo
a lo mejor es
porque el bosque
nunca para de crecer.

Por suerte,
los caudales de los ríos
unos días están secos
y otros,
¡otros qué llenos!
Y las ideas,
esas semillas que fueron plantadas
por las garras de algún sucio canal de televisión,
crecen en diferentes direcciones,
han sido mutiladas y despedazadas
hasta tomar formas que no conozco,
pero que empiezo a creer como mías.

Y, mientras,
la pantera se esconde
entre las ramas de esta selva
que no para de crecer
esperando el momento menos oportuno
para morder.

A veces quisiera ser furtiva,
matarla antes de su ataque,
pero la dejo saltar
de vertebra en rama,
beber de mi estómago,
arañar mi paciencia,
porque ella soy yo,
y algún día
caminaremos por los mismos senderos.

El velo ha caído.
Que comience la función.
Que sigan brotando las ramas,
y suerte:
que no te encuentre el felino.

sábado, 6 de agosto de 2016

El monstruo de debajo de la cama


Hola, me llamo Sara, un nombre sencillo y común. ¿Cómo yo? A veces pienso que sí, otras no tanto... Tengo una edad desvergonzada para morir y un montón de deseos guardados en una caja de cartón en el estante de mi habitación. El caso es, que me desvío del tema, que la muerte me ha seguido los talones hasta el sitio exacto donde antes creía que alcanzaba a coger la caja.
No sé cómo ha ocurrido, pero hablamos de un acoso constante que pasó de las semanas a los meses y de los meses a los años. Y, ahora, estoy aquí postrada, sin religiones convincentes que me den la mano antes de cruzar una línea que no estoy segura de querer cruzar, pero hacia la que me precipito de manera ineludible. 

Este monstruo que estrecha su cerco sobre mi vida nunca me ha dado descanso, al menos no uno lo suficientemente largo como para que mis poros pudieran abrirse y mis pulmones pusieran respirar sin hiperventilaciones desaforadas. Despiadado e inquisitivo, golpe tras golpe, herida tras heridas. Moratones que jamás desaparecieron del todo, imaginación que nunca pudo frenar su instinto de galope. Corre desmesurada por montes, que son mas altos de lo que él me hace creer.

Se cierne la navaja sobre mi cuello.

Aquellos años intentando sonreír en el colegio, aquella carrera que intentaba alejarme de sus manos llenas de rencores que no cesaban de encenderse. Y un aire que se agota, un aire que asfixia. Porque tanto odio quema y todos lo acabaron notando. Que la felicidad no es sino una fingida utopía que nunca llegó a formar parte de mi vida. Siempre al acecho, una sombra gigantesca, vigilante de los míos y cada milímetro de mis errores.

La cuchilla corta la carne, se derrama la vida por los rincones.

Recuerdo lo bueno. Os estoy relatando cómo muero. Me acuerdo de los días con Sparky en el parque, de las pocas veces que el orgullo por lo que yo misma había conseguido consiguió ser sombra de tu sombra, de las noches con tus labios anclados a mi cuello...

Tengo miedo, 
no quiero, 
pero puedo.
Nunca pude llamar a la policía. 
Mamá, 
lo siento.
Nunca pude gritar 
lo suficientemente alto.
Ahora sé 
que debió de ser silencio.
El monstruo se muere, 
mi sangre se resbala.
Los dos o nada.
Llegó el día, 
te he vencido 
HIJO DE PUTA.
Me he vencido, 
llegó la hora.
Porque no se puede huir 
de lo que jamás te alcanza.
Me llamo Sara, 
y hoy ya 
jamás será mañana.

martes, 26 de julio de 2016

Lost



Perdida,
pérdida de conocimiento,
pérdida de razonamiento,
pérdida del Norte. 
¿Dónde cojones está eso?

Perdida,
pérdida de apetito,
pérdida de peso,
pérdida de sueño(s). 
¿Por qué no están mis pies en la tierra?

Perdida,
pérdida de ganas,
pérdida de extremidades,
pérdida de obviedades.
Mis pies han sido vistos en el subsuelo.

Perdida,
pérdida de bilis,
pérdida de lágrimas,
pérdida de agua.
Lo estoy vomitando todo, 
pero sigo teniendo arcadas.

Perdida,
pérdida de victorias,
pérdida de valor.
Perdedora.

Perdida. 
Sin búsqueda ni captura.

viernes, 22 de julio de 2016

Tengo miedo de no dejar de ser yo. 
Tengo miedo de convertirme en otra cualquiera.

Familia que no se elige


Faro que me indica el camino,
cadenas de cachorro de sociedad,
pico que alimenta mi buche,
aliento que me ayuda a levantarme,
roca única que se mantiene si, verdaderamente,
todo cae.

Errores que velan porque yo este bien.
Egoísmo neutralizado,
narcisismo para mí.

Forja del pensamiento.
Oasis, infierno.

Agua salada,
guerra de la paz.

Clavículas silenciosas que esperan, 
siempre ansiosas,
que mis lágrimas nunca necesiten de ellas,
pero que inmóviles permanecerán,
aunque a veces no puedan ser mi reguero de consuelo.

Ojos de halcón, 
pasos de pantera,
vigilantes de todo lo que el mundo me prepara.
Garras de mamá osa,
nido acolchado de terciopelo.

Siento comunicaros que la realidad
algún día caerá sobre mí con fuerza
(sospecho que a veces ya lo hace)
y que vosotros no podréis hacer nada.

Sois la suerte que la vida 
tuvo el detalle 
de poner en mi mano.
Sois mi lluvia y mi fuego,
heridas y remiendos.
Pero pesan mucho más vuestras curas,
que nuestros miedos.

Sois lo que el olvido 
nunca podrá borrar de mis olvidos.
Lo que el imparable tiempo,
jamás podrá borrar de nuestra sangre.

Dicen que sois la familia que no se elige,
pero yo creo que tuve muy buen ojo.

miércoles, 22 de junio de 2016

El molino


Naufrago,
vomito
porque te necesito
como el aire a los molinos.
La Fuga

Me vengo a este rinconcito 
entre mis infiernos devastados:
solo queda en pie un molino. 

Diviso las mareas en pausa
que ya no ascienden:
la luna ha sido asesinada.

Escucho el sonido
de un viento que no existe:
las aspas no se mueven. 

Me levanto,
me limpio el barro,
y empujo,
y soplo.

Pero me robaste el aire.

viernes, 10 de junio de 2016

Los otros

En otras bocas encuentro las palabras exactas 
para describir lo que me araña los intestinos.
En otros cuerpos, la destreza para interpretar poesía.
En manos ajenas, el arte del que carezco.

Veo por todas partes superpoderes,
de los que nunca se me mencionó formar parte.
Personas creativas que no se llaman como yo,
pasos de gigante de los que siempre voy detrás,
como una pequeña hormiga 
con un gran trozo de hormigón.

Pero menos mal que hay otras.
Y menos mal que no hay más yo.

Aunque a menudo pienso
que tan solo desearía adelantar 
a la sombra que se extiende 
cosida a mis zapatos.

viernes, 13 de mayo de 2016

Nirvana


Mírate, 
eres un gigante,
un planeta azul
a 100 ojos de Marte.

Mírate, 
un corazón chorreando tinta
y palabras que mueren
sin la mínima intención 
de escapar de su cárcel.

Sentimiento puro, 
descontroladas letras de un teclado 
que a gritos pide 
que le arranques más versos.

Quimeras que se esfuman 
con el saludo de un nuevo día,
versos a medio hacer,
vasos medio llenos.

    Eres una promesa llena de promesas
    que no se cumple.

Tú,
desprendimiento subterráneo
,
aire que quema todos mis planes,
viento que mueve todas las olas 
de las playas de mis banalidades.

Tú,
puto milagro
de una vida sin dioses,

corazón que late
contra las paredes de mi casa.

Mi único hogar es el aire 
que se cuela dentro de tus pulmones.

Mírate, 
da igual todo esto, 
da igual siempre que no te quiero,
mírate y verás,
mírate y comprenderás,
mírate y extasiarás.

Eres tú. 
Soy yo. 
Somos nosotros.

Mírate.

¿Lo entiendes?

martes, 26 de abril de 2016

Crecer


No te salves.
Mario Benedetti


Sé que no hemos sido los mejores, 
ni siquiera los peores.
Que los versos 
se nos han tornado oscuros,
pero nunca se han borrado.
La nieve que cae
es vapor caliente en nuestras pieles.

Podemos gritar, juntos,
que hemos sobrevivido 
al mismo infierno de Invernalia,
a las fauces de los lobos húngaros,
a los fantasmas del pasado,
a la distancia y a su filo de imposibles.

Quemaduras como el vino,
infinitas noches en tu cama,
pensando en acariciarte desde la mía.

Tú,
a quien elijo
una y otra vez
para matarme.

lunes, 25 de abril de 2016

Hexapolar

Artificios de, al menos,
las seis caras escondidas en el espejo. 

Sí, por lo menos.
La que quiere ser que no sabe el qué,
oscila cada lunes entre un mundo y otro.
El debate inagotable de llevar igual que todos, 
ser diferente, pero en el fondo los mismos. 
Y el ego más auténtico
que se esconde dentro.

Las dudas de cada semana
de mostrar nuestra mejor versión,

cuando versiones no somos nosotros.

Empeñada en escarbar en las entrañas, 
encuentro los retales de una niña 
con las manos de mantequilla,
y a su padre mirándose, asustado, en ella.
Huyo de su imagen y la vomito a ratos,
la exhalo a bombas que lo destruyen todo.
A veces duerme el león, tranquilo, paciente,
pero siempre esperando a que lo despierten.

Se pelean las caras de la misma persona,
se mienten,

y usurpan el lugar
de quien ayer se llamaba adolescente.

Pero cómo voy a explicarte 
que cada día soy alguien diferente.
Hexapolar, por ahora. 
Mañana puede que sea octopolar, 
y así hasta el siguiente.

Mírame, te digo incrédula, 
que no hay forma de definirme, aún.
Respírame, a bocanadas que te dejen sin aire,
que lo que hoy huele a tierra, 
mañana podría recordarte a la mierda.

jueves, 14 de abril de 2016

Interminable

Por buscar, 
buscamos un amor sano
que nos deje abrir las alas 
sin miedo de que le den en un ojo al otro
cuando las abrimos, con mucha fuerza.

Por buscar, 
buscamos un equilibrio 
que nunca llega:
yo espero tus sorpresas,
tú esperas mi alegría
(aunque sabes que me cuesta).

Por buscar,
buscamos que las palabras 
se graben como tatuajes,
que se cuelen 
como lombrices en la tierra.

Por buscar, 
nos buscamos el uno al otro,
a veces sin llegarnos a tocar.

Y llega el inviernos. 
 
Después,
otra vez abril.

Y lo maravilloso es
que nunca termino de encontrar.

No voy a dejar de buscar.

La libertad debería de saber a mar


Ciegos de inanición,
llenos de vacíos inexpresivos,
somos pedazos de carne
en manos de nadie,
en manos de ladrones
(marionetas que cogen de sus manos
los alimentos que sacian
su sed de vida). 

Los políticos 
nos miran
desde su estrado. 

Somos una terraza de domingo
a las tres de la noche.
Somos los hijos del conformismo,
parados bajo un sol radiactivo
que pudre desde dentro,
medusas que circulan
por las corrientes
de enormes ciudades.

Y yo,
tan falsa como ellos,
tan estatua
como el oso del madroño. 

Somos la mierda cantante y danzante,
los hijos malditos
de un nombre
(libertad).

Maldita libertad
la que nos venden,
vestida de seda y de perlas.

Bendita la que viene sucia,
                                        áspera, 
                                                  cruel, 
                                                           desesperante. 

La libertad debería de saber a mar. 
Salada, da sed de más.
El regusto de un futuro
para siempre insuficiente.

viernes, 8 de abril de 2016

Absténganse de leer esto quienes no quieran escuchar tacos, coño



Joder,
qué agobio,
no llego a coger el autobús;
esa imbécil
me ha dado un codazo.
Joder,
que no llego.

Mierda,
qué agobio,
otro trabajo más
(¡os estáis pasando!),
no se carga el ordenador,
vaya día de mierda.

Coño, 
qué agobio,
cuánto tiempo sin verte
(es que no he tenido),
qué cansada estoy,
qué coño estoy haciendo.

Vete ( II )

Se nos echa el tiempo encima. Nos roen los zapatos de Nike los ratones del estrés. Nos viene el reloj a gritarnos: "ES URGENTE". Ya no me quedan ratos de poesía de bares, ya no hay momentos para leer, ya no puedo sentarme con mi perro un día normal, en mi barrio, y preguntarle por su día. Ya no me queda tiempo ni de escribir(te). Y yo me siento desbordada de todo lo que me gusta y lo que no, de lo que quiero hacer y lo que no. Y lo cierto es que no sé, otra vez. No sé qué quiero. Ni si lo que quiero está confundido con la espiral. La espiral en la que creemos consumir nuestro dinero es la que finalmente, me atrevo a decir, nos está consumiendo a nosotros. La espiral que nos ata con cuerdas invisibles a su epicentro. ¿Qué sería de nosotros si no existiera? Quizás entonces sabría lo que quiero.

Gira la rueda vertiginosamente en caída libre, y me doy cuenta de que no llevo paracaídas. Que las alas que me vendieron en El Corte Inglés eran de plástico y puedo abrirlas, pero no usarlas. Gira la espiral incesante en mis ojos y mi mente lucha por salir de la corriente. 

Me duele la cabeza. Voy a ver la tele a ver si se me pasa. Y ese runrún constante sigue gritando, bajito, no vaya a escucharle. Voy a salir a correr a ver si desaparece. Y desaparece, unos minutos, unas horas... Pero siempre vuelve cargado de su fuerza. A preguntarme si lo estaré haciendo bien. A preguntarme qué es lo que está bien.

Me voy en dirección contraria. Llevo demasiado tiempo perdida como para volver a buscarme. Y llego a un lugar muy oscuro en el que no veo nada. He vuelto a perderme. Soy la niña de seis años que no consiguió vencer a sus fantasmas.

Desaparece, por favor, desaparece de una puta vez. Con ella aquí no puedo terminar de soltar el lastre y siguen pesando demasiado todas las cosas que no deberían de importarme. Quiero huir de este mundo de mentira, pero hasta que la niña no se vaya yo no podré ir a ninguna parte.



lunes, 15 de febrero de 2016

Si algún día me veis fría será porque me han quemado muchas cosas por dentro


Soy una chica de fuego. 
Ardo de rabia
y ardo de ganas,
 
me enciendo por nada
y me propago por todo
.

No sé donde me dejé el frío, 
pero la tristeza me sigue acompañando. 
Tengo lágrimas que queman, 
y hasta te duelen.  
Si me miran sonreír
y no saben, 
pero tú ya sí...

Dónde coño estará el frío 
que a veces necesitara que viniera
como un soplo de aire fresco. 
Dónde están las frías manos 
que deberían de congelarlo todo. 

Quiero ser hielo. 
Que no me importen las heridas 
en un arrebato de miedo. 
Que les cueste romperme en pedazos. 
Quiero ser la reina de las nieves 
para que tanta espada no me quiebre. 

Necesito ser hielo. 
Pero sigo siendo 
la llama que gira 
descontrolada, 
arrasando con todo 
cuando empieza, 
dejando todos los campos
devastados.

No quiero ser más fuego, 
quiero parecerme a tus ojos. 
Dejar de ser rojo,
pasar de todos.
Que llegue el verano
y el invierno siga conmigo.

Pero nunca viene,
nunca viene
,
hasta que venga...