domingo, 27 de noviembre de 2011

El chico que oía pasos de tacón

Desde hacía días solo oía tacones. Cada mañana al levantarse una preciosa mujer abandonaba su cama y ya nunca la volvía a ver, o eso esperaba. “Estoy solo, estoy solo.” Su cadencia de un algo es evidente.

Así que llora, culpa y enloquece. 

Una noche más en un bar, pero, ahora, ya no espera a su presa, solo una solución en el fondo de una copa, la que no encontró en las noches, al alba. Y oyó, otra vez, los pasos de tacones. Medias de encaje bajo un vestido de Chanel, altos tacones de cuero a juego con su bolso de piel. Aventura a adivinar el elevado precio de esa delicia y las prendas que aún quedan por hallar…

No quiere tirársela, el bello carmín de sus labios despertó su carencia.

lunes, 21 de noviembre de 2011

La chica del carmín

Tenía armarios enteros llenos de los más exquisitos vestidos, lencería francesa y abrigos de piel. Los zapatos, de las marcas más caras, inundaban estancias… Sin embargo su carmín era de lo más común.

Cada noche, incansable, llenaba de jadeos las habitaciones de un hombre. Y sellaba con sus labios un pacto de olvido.

Volvía sola y arropaba su frágil vida con sábanas blancas. Su belleza marchita, su dolor golpea. Y su carmín mancha su cama.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Mi banda del patio.

Eran una pandilla peculiar. No solían acostumbrar a decirse lo que sentían, no solían abusar de las palabras ni emborracharse en cada esquina. Cada cosa en su momento.

Frecuentaban siempre los mismos lugares a las mismas horas y lo único que deseaban era que el reloj marcara su hora, cuando por fin el timbre del patio sonaba. “Hoy Vince está insoportable, no aguanto más el estruendo de su voz, pero lo cierto es que no importa, vamos a hacer el subnormal un rato.”

Los secretos volaban frecuentemente de unas bocas a otras, pero siempre lo sabían, la banda del patio siempre encontraba la respuesta a todos sus problemas. “Hoy Gus está destrozado. Dejad todo lo que estéis haciendo y acudid en su ayuda. Hoy seremos una piña aun más fuerte.”

Las tardes más aburridas, las más negras, adquirían un tono mucho más claro. Canciones tristes no, vamos a cantar.

Cuando los demás andaban con pies en suelo ellos volaban entre las nubes, siempre más borrachos cuanto más sobrios. “Hoy nublado, pintemos rayos de sol en el cielo.”

La banda del patio no acostumbraba a decir mentiras: lo que eres, eres y nosotros te queremos mucho más que poco.