martes, 19 de mayo de 2015

#Microcuento

A veces creo que terminarás volviéndome tan loca 

que acabaré estando cuerda.

El pequeño Kevin que nos sigue habitando

Una tarde tirados en el césped del instituto, a base de sangría y altavoces de un móvil, supe que aquello solo podía vivirse una vez en la vida. Y lo seguí pensando cuando camino de un McDonald's metimos los pies en el barro y gritamos como locas porque nos habíamos hundido en el lodo, sí, pero juntas. Y nos habíamos manchado hasta los calcetines de felicidad.

También supe que lo nuestro era verdadero cuando, sin beber un solo sorbo de cerveza, podíamos dar vueltas alrededor de una mesa en medio de la calle cantando y gritando sin preocuparnos de si alguien nos miraba.

Y que era distinto, por eso de que en el patio del colegio preferíamos el suelo a los bancos, la escuela de música al botellón y ser nosotros a ser como ellos.

Y reír era como respirar.

Y respirar era reír.

Y caerse era levantarse.

Y levantarse era volar.

Y Madrid era más Madrid.

Y nosotras éramos más nosotras.

Y la vida estaba más viva.

Pero, de repente, un día ya éramos mayores. Con caminos bifurcados, con besos en la mejilla, con llamadas a la espera...

Y es que, aunque todo sea distinto, cada vez que os miro sigo teniendo 16 años.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Cárcel sin barrotes

Libre.

Conduce, siguiendo las demás señales, pagando el precio de la libertad. O eso dicen.

Baja, camina, no te pares, no entres en ese portal, no te desnudes por la calle, no bebas en el porche.

Libre, libre.

Despertador, desayuno, ducha, coche, trabajo, estudio, consumo.
Despertador, desayuno, ducha, coche, trabajo, estudio, consumo. Y no folles en el parque.

Toca música en la calle, solo si has pasado el examen.

Duerme en los soportales, solo si la policía no te ve.

No te cueles en las piscinas por la noche, no vaya a ser que sin permiso te ahogues.

Libre, libre, libre.

Vuela por las aduanas de los aeropuertos.
Ilegaliza la maría, legaliza la política corrupta.
Vete a la universidad, pero nunca vayas a la cárcel.
No llores en público, grita en silencio, baja la música, sube la risa.
Mide el tiempo, pero no los valores.
La diferencia entre los presos y nosotros es que sus celdas no son de colores.

Libre.

No te tatúes, consume de todo menos drogas, trágatelo, sobre todo tus quejas.
No mires, tápate los ojos y las mentiras.
Calla, cierra la boca y los puños, ábrete de piernas.
No escuches lo justo, lo distinto, lo excepcional.
Sonríe en las fotos, muérete de miedo, púdrete de quieto.

Libre, libre.

Viaja peajes, acampa propiedades.
Cree en Dios o en otra religión. Para morirte y seguir siendo libre.
No tires las cenizas al mar, no contamines, sácate el carné.
No te contradigas.
Estudia historia, economía, inglés...


Que esta sociedad está del revés,
que no hay ser vivo sin cadenas,
y tú todavía no te lo crees.

Pero, después de todo, sigue pensando que eres libre.

Soy. Somos.