domingo, 20 de marzo de 2022

Dentadura de patrón

 
Esto va pa’l capataz de la empresa:
el machete no es solo pa’ cortar caña
también es pa’ cortar cabezas.

Residente


Ante tu tono déspota, 
nuestro silencio no es más 
que un boomerang de espinas,
un corpiño que aprieta el volcán
y lo hace estallar en pedazos de alaridos
que se enquistan 
justo 
en la superficie de la piel.
 
De tus fétidos labios 
emerge la palabra del rico,
un reguero de efemérides fascinantes,
una realidad 
en la que no nos reconocemos.

    ¿No lo ves?
    Las manos que te sirven
    son las nuestras.

En el ego de tus domingos 
el tiempo de todos los que pasamos por ti,
cada una de las teclas que pulsamos,
cada gramo de oxígeno que nos compraste
creyéndote su dueño.
 
    ¿Qué sería de nosotros sin tu venia?
 
Oh, Redentor,
gracias por ayudarnos 
en estos tiempos.
Bajo tu manto, 
no llega el hambre
y no pesa el precio de la luz.
Y si no fuera por ti
se hundirían nuestros sueños
en la vagancia más yerta,
pero tú nos das el firmamento mismo
donde esculpir el futuro.
 
Al terminar el trabajo,
alguien soñó 
que de los ojos de San Ignacio
se desprendía el polvo de nuestro salario,
que tú trituraste hasta hacerlo azúcar
rechinando en tus muelas,
pero 
ni siquiera 
los agujeros en nuestra hambre
traspasaron la corteza, 
camaleones del cosmos corporativo.
 
Salvador, 
en tus caries acabará delatándose
el odio que impones.