cadenas de cachorro de sociedad,
pico que alimenta mi buche,
aliento que me ayuda a levantarme,
roca única que se mantiene si, verdaderamente,
todo cae.
Errores que velan porque yo este bien.
Egoísmo neutralizado,
narcisismo para mí.
Forja del pensamiento.
Oasis, infierno.
Agua salada,
guerra de la paz.
Clavículas silenciosas que esperan,
siempre ansiosas,
que mis lágrimas nunca necesiten de ellas,
pero que inmóviles permanecerán,
aunque a veces no puedan ser mi reguero de consuelo.
Ojos de halcón,
pasos de pantera,
vigilantes de todo lo que el mundo me prepara.
Garras de mamá osa,
nido acolchado de terciopelo.
Siento comunicaros que la realidad
algún día caerá sobre mí con fuerza
(sospecho que a veces ya lo hace)
y que vosotros no podréis hacer nada.
Sois la suerte que la vida
tuvo el detalle
de poner en mi mano.
Sois mi lluvia y mi fuego,
heridas y remiendos.
Pero pesan mucho más vuestras curas,
que nuestros miedos.
Sois lo que el olvido
nunca podrá borrar de mis olvidos.
Lo que el imparable tiempo,
jamás podrá borrar de nuestra sangre.
Dicen que sois la familia que no se elige,
pero yo creo que tuve muy buen ojo.