miércoles, 2 de noviembre de 2016

La guerra de las X


Por quejarnos, estamos locas. Por callarnos, consentimos. Por querernos, somos feas. Por besar a más de dos, somos putas. Por lo mismo, somos menos. Por lo que llaman como menos,
somos mierda. Por amar, somos cursis. Por no procrear,  raras. Por parir, inútiles para otras cosas. Por llevar faldas cortas, somos golfas. Por tener tetas, las que son cortas son nuestras ideas. Por llevar cuellos altos, mojigatas. Por andar solas por la calle, tenemos derecho a ser violadas. Por llorar, somos débiles. Por luchar, ridículas. Por sus errores, nuestra culpa. Por la regla, el pecado. Por nacer, ya estamos condenadas.

Por comer lo que ellos, somos gordas. Por tener pelos en las piernas, asquerosas. Por ser delgadas, esqueletos. Por abortar, asesinas. Por quererle, dependientes. Por maquillarnos, faltamos a nuestro discurso de feministas. Por no hacerlo, somos unas dejadas. Por jugar al fútbol, marimachos...

Por nacer con coño, ya te asignan el color rosa, la etiqueta de princesa, la escoba como lanza. Por nacer con tetas, tus ideas no son tan buenas, tus orejas se marcan con pendientes, tu vientre es del Gobierno y tu silencio está muy cotizado. Por nacer con vagina en occidente, la suerte está garantizada, el conformismo es lo que nos piden, porque ya está penado dar un tiro a tu mujer, porque podemos ir sin velo por la calle, porque la mutilación genital femenina es un acto deleznable... 

Sí, es verdad, tenemos suerte de tan solo ser prejuzgadas, encadenadas, violadas, infravaloradas, satirizadas, ninguneadas, etiquetadas… Sí, es verdad, tenemos la suficiente suerte como para ser capaces de gritarles BASTA, pero de gritárselo a la cara. Y, preparaos, porque esa suerte pienso usarla para destruir a mi mayor enemiga. Me visto como me da la gana, me quito las cadenas de mi espalda, tu yugo inclinado hacia mí desde el día en el que mi cromosoma preferido fue la X. Me desvisto las etiquetas con las que le pusiste límites a mi cabeza. Y rompo tus ventanas. Y golpeo tus entrañas. Estoy desnuda y preparada para matarte, herida y rugiendo por acabar contigo, de una vez por todas, que salgas de aquí dentro.

Se acerca el día de tu muerte, acabaremos contigo, somos mujeres, llevamos la vida dentro. Nos hemos cansado de arrodillarnos. Ahora, hemos abierto los ojos y hemos cerrado los puños para recibirte como de verdad te has merecido siempre. Resuenan los tambores al ritmo de nuestros andares. Que tiemblen los cerdos que nos gritan por la calle, que tiemblen los presidentes que nos prohíben decidir sobre nuestros cuerpos, que tiemblen los feministas taciturnos. Resuenan los tambores, el juicio final se acerca a nuestro paso. Que tiemblen todos los que estén con ella y no se unan a nosotras. 

A la sociedad patriarcal le ha llegado su turno.