La historia dice que ella provenía de las calles y que la vida, a diferencia de a otros, siempre la había mostrado su cara más dura. Pero su corazón era tan fuerte que nunca se sentía débil, y todo lo iba guardando en su interior. En tantas casas había vivido que ya perdía la cuenta. Pero ella no se paraba a pensar en los motivos de aquello, a pesar de que siempre la sucedía lo mismo.
Llegó por fin el día en el que sus 18 llegaron y pudo verse librada de volver a ser adoptada y juzgada. Lo que la deparaba el futuro era muy incierto, pero si sabía que podía acudir a su tía. Aunque nunca se hubieran querido, seguramente la daba algo de dinero y puede que una habitación para pasar las noches de Madrid. Cogió sus escasas pertenencias y con el dinero que tenía compró un billete de vuelo, poco sabía ella lo que iba a hacer al llegar. Pero llegó y, cuando lo hizo, se dirigió a la casa de su tía por un camino poco seguro, abandonado, una corazonada la dirigió hasta allí.
Y allí le vio, en lo alto de un edificio por dónde no había ni un alma. Sin saber por qué su corazón dio un vuelco y sintió que debía ayudarle, no podía dejarle cometer aquella locura.
Cuando tan solo estaba a cuatro pasos de él, algo en ella cambió… y le tendió la mano.
-¿Qué es tan malo que no puedes soportar?
Esperó unos segundos, unos segundos que la parecieron eternos. No sabía por qué, pero un miedo terrible la recorría…
-¿Dónde has estado todo este tiempo?-la dijo él con un brillo intenso en sus ojos.
“Te buscaba a ti y no lo sabía”, se notó con suerte, ahora nada sería igual.