hay cuatro minutos -esta vez-.
Pero siempre pasarán llenos.
Entre metro y metro
el andén se vuelve a llenar
de personas
que perdieron el tren anterior,
quizás por un minuto,
quizás por cuatro...
Y llegaron corriendo a este,
justo a este
que ya anuncia
quizás por un minuto,
quizás por cuatro...
Y llegaron corriendo a este,
justo a este
que ya anuncia
el cierre de sus puertas.
Entre metro y metro
no pasa nada
y las personas corren para que no se vaya.
Como si no volviera otro.
Como si otro
Entre metro y metro
no pasa nada
y las personas corren para que no se vaya.
Como si no volviera otro.
Como si otro
no estuviera a dos paradas de distancia...
Y hay gente que corre tanto,
como si de un 100 metros lisos se tratara.
Y si no llegan aporrean la puerta.
Y si llegan por los pelos,
Y hay gente que corre tanto,
como si de un 100 metros lisos se tratara.
Y si no llegan aporrean la puerta.
Y si llegan por los pelos,
nadie les aplaude.
Vencer al tiempo solo es una heroicidad
en las películas americanas.
Ganarle minutos al tiempo
no es lo mismo que ganárselos a la vida.
Y de eso saben mucho los miserables.
Corremos contra reloj
para fingir que lo que hacemos
Vencer al tiempo solo es una heroicidad
en las películas americanas.
Ganarle minutos al tiempo
no es lo mismo que ganárselos a la vida.
Y de eso saben mucho los miserables.
Corremos contra reloj
para fingir que lo que hacemos
es importante.
Mientras, otros esperan,
luchan junto al tic-tac
para vencer la muerte.
¿Qué vale más: un minuto corriendo o un minuto corriéndose?
Un día más es un día más.
Mientras, otros esperan,
luchan junto al tic-tac
para vencer la muerte.
¿Qué vale más: un minuto corriendo o un minuto corriéndose?
Un día más es un día más.