Me refugio en el pasado que ya no duele, el pasado que quema, el pasado que arde, el pasado que ya no escuece. Me refugio en lo imperecedero y sus millones de razones, lo imperecedero que es roca, que es día, que es columna y soporte. Me refugio en la apatía, hoy mi mejor enemiga, la noche. Me refugio en las zapatillas y la pista. Me refugio en no acordarme.