Tus arrugas, que guardan en cada pliegue
lo que debió de ser una sonrisa
o el miedo a esa guerra que te acorraló
o la preocupación porque tus hijos crecían
y no todos estaban tan juntos como parecía.
Llevo veinte años a tu lado,
y no creo conocer ni un tercio de lo que tienes.
Pensaba que quizás tú no te moverías,
pensaba que el tiempo no te llevaría,
porque detrás
o el miedo a esa guerra que te acorraló
o la preocupación porque tus hijos crecían
y no todos estaban tan juntos como parecía.
Llevo veinte años a tu lado,
y no creo conocer ni un tercio de lo que tienes.
Pensaba que quizás tú no te moverías,
pensaba que el tiempo no te llevaría,
porque detrás
de cada beso, de cada examen, de cada fiesta
tú seguías estando igual:
con el pelo blanco,
sentado en tu sillón
y no oyendo lo que te decíamos.
(Y yo creía que...)
Llorando en Noche Vieja, nunca te preguntamos.
Luego te pasaba algo malo, y tú siempre has luchado.
Eres fuerte,
disfrazado de un anciano
que sujeta un bastón
con unas manos frías y heladas,
como las mías.
Eres un milagro de la vida
que ha resistido para vernos avanzar.
Ahora ya no volverás a ser,
ya no habrá más partidas de ajedrez,
ya no habrá más contrabando,
ya no habrá más paseos por el parque
ni más oportunidades,
con el pelo blanco,
sentado en tu sillón
y no oyendo lo que te decíamos.
(Y yo creía que...)
Llorando en Noche Vieja, nunca te preguntamos.
Luego te pasaba algo malo, y tú siempre has luchado.
Eres fuerte,
disfrazado de un anciano
que sujeta un bastón
con unas manos frías y heladas,
como las mías.
Eres un milagro de la vida
que ha resistido para vernos avanzar.
ya no habrá más partidas de ajedrez,
ya no habrá más contrabando,
ya no habrá más paseos por el parque
ni más oportunidades,
solo una,
de decirte que te quiero.
Solo una,
Solo una,
de decirte adiós, abuelo.
Yo no creo en dios,
pero sé que para ti habrá un cielo.
Yo no creo en dios,
pero sé que para ti habrá un cielo.