En este lado del estanque,
la vida fluye a pesar de los contratiempos,
a pesar de la vergüenza,
a pesar de las sentencias,
a pesar de.
En el otro, una ambulancia emerge
cual ángel caído
anunciando el destino
de todo ser viviente
—hasta del coronavirus—.
De sus entrañas,
un desfibrilador asoma
portado por dos héroes,
que no son más que sanitarios.
En este lado del estanque,
moldeadores de viento
escupen notas musicales
ante las miradas hipnotizadas
de transeúntes.
Parejas ajenas
bailan sin mascarilla
ante los ojos insidiosos
de espectadores que juzgan.
En este ritmo
no existe la muerte.
Por eso,
la distancia de seguridad
es de centímetros;
por mascarilla,
una sonrisa
una sonrisa
y un movimiento torpe.
Alegre.
En este lado del estanque
la vida se abre camino
a pesar de la vida.
En el otro,
alguien exhala,
quizás,
sus últimos suspiros.