lunes, 29 de junio de 2020

La intoxicación de Eros

culpa y deseo ladyquinzano
Ilustración de Paula Bonet

Desde el deseo 
asoma su cabeza
la espina de una cadena
de ramas y tubérculos,
aprieta mis caderas
como sanguijuelas succionan
la sangre de su presa;
porta en el pecho una culpa
que se me deshace en los dedos

y ya es imposible de domesticar.
 
Crecen ríos de opresión
desde el nacimiento del Eros,
y acogen en sus aguas
la mezcla de la culpa y del deseo.
 
Agonizo porque mi vientre
tiene hambre de tu ombligo
y la obligación de saciar siempre
estómagos desérticos.
 
    Te quiero en mis manos
    suplicando por mi sexo,
    y lo suficientemente lejos
    como para hallarme
    en otros cuerpos.
 
            Me quiero para mí sola
            porque compartirme
            es ofrecerte sumisión.
 
Desearte es perverso
porque nunca sé
si es complacencia lo que brota
.