jueves, 14 de noviembre de 2019

Los sueños son veletas

Obra de Salvador Dalí

La casa.
Con piscina no.
Con un pequeño cuarto
que haga las veces de gimnasio.

El edredón,
las láminas
y, al menos,
una chimenea eléctrica
que disimule la ausencia
de una de piedra.

El coche tampoco,
pero sí una furgoneta, 
que haga las veces de caparazón.

    [Un pequeño ser humano 
    comienza a asomar sus manitas
    desde algún rincón del deseo]

Mientras tanto: 
la rutina.
Por las mañanas,
la prisa del que está sentenciado.
Por las tardes,
el abandono de las obligaciones,
la culpa de la costumbre.
    Tú y yo transitando
    el uno
    al lado del otro.

Quizás,
algún miércoles de cine.
Quizás,
algún polvo mágico,
acordarnos del braille.
Recuperarnos del hastío
los sábados y las vacaciones.

Los domingos volverán a caer
a la espera de los sueños
que en días como hoy
quedan flotando en el aire.

Me sentaré a mirarlos
desde la ventana de una ilusión
que jamás pensé
que llevara mi nombre.

O este será el cuento
que leeré
desde otra ventana,
                    en otra casa,
                            con otro hombre.