Obra de Salvador Dalí |
La casa.
Con piscina no.
Con un pequeño cuarto
que haga las veces de gimnasio.
Con piscina no.
Con un pequeño cuarto
que haga las veces de gimnasio.
El edredón,
las láminas
y, al menos,
una chimenea eléctrica
que disimule la ausencia
de una de piedra.
y, al menos,
una chimenea eléctrica
que disimule la ausencia
de una de piedra.
El coche tampoco,
pero sí una furgoneta,
que haga las veces de caparazón.
[Un pequeño ser humano
comienza a asomar sus manitas
desde algún rincón del deseo]
Mientras tanto:
la rutina.
Por las mañanas,
la prisa del que está sentenciado.
Por las tardes,
el abandono de las obligaciones,
la culpa de la costumbre.
Tú y yo transitando
el uno
al lado del otro.
Por las mañanas,
la prisa del que está sentenciado.
Por las tardes,
el abandono de las obligaciones,
la culpa de la costumbre.
Tú y yo transitando
el uno
al lado del otro.
Quizás,
algún miércoles de cine.
Quizás,
algún polvo mágico,
acordarnos del braille.
Recuperarnos del hastío
los sábados y las vacaciones.
los sábados y las vacaciones.
Los domingos volverán a caer
a la espera de los sueños
que en días como hoy
quedan flotando en el aire.
Me sentaré a mirarlos
desde la ventana de una ilusión
que jamás pensé
que llevara mi nombre.
O este será el cuento
que leeré
desde otra ventana,
en otra casa,
con otro hombre.