lunes, 30 de noviembre de 2015

Tick - tack

Siempre falta. 
Y no es suficiente.
Corremos detrás de él, 
pero siempre nos alcanza. 

Se hace tangible en arrugas, 
sigue corriendo 
cuando los domingos 
nos quedamos mirando la ventana.

El tiempo no perdona, 
no olvida, 
no se para. 

El tiempo hace 
de las ruinas monumentos 
y de los cuadros 
obras maestras. 
Se bebe los miedos, 
devasta los muros, 
desgasta las piedras, 
abole dictaduras 
y saluda a lo que vendrá...

El tiempo, 
como una serpiente que nos va 
seseando los talones,
que, a veces, 
nos enrosca de sueños 
con falta de tiempo.
El mismo tiempo 
que quieren inmortalizar  
los relojes, 
las fotografías.

Y siempre pasa.
Pasa de largo, 
avanza sin tregua. 
Es la guerra de las urgencias. 

Él, 
más valioso el dinero. 
Él, 
que no concede despedidas 
y, a veces, 
ni segundas oportunidades.

Un amante de la vida, 
que nos grita constantemente, 
pero muchas veces no le oímos, 
o no queremos,
que lo hagamos ahora,
que hoy es ya mañana.


El tiempo,
infinito sabio de lecciones
sobre prioridades. 

El tiempo,
cristal cortante
con forma de nostalgia. 

El tiempo,
incesante caballo
que nunca detiene su trote.


Aunque, contraria a todo,
yo os juro que,
algunas veces,
se para.