Este amor, que con sangre no entra y con tinta se queda. Que se quede grabado en el corazón, y las arrugas que vengan pregunten de quién era,
de quién será, de quién es todavía.
Pedalear, a veces contra la vida que se pone cuesta
arriba
Pedalear, para alejarse de la muerte que nos pisa los
talones.
Dejar de pedalear, para reírse de la muerte que nos llena de
vida.
A veces, en pequeñitas dosis, tengo sueños que no alcanzan
porque sueño pero no creo. “A veces” se convierte en “muchas”, “pequeñitas
dosis” se transforma en “droga”. Pero, antes de no creer yo toco el cielo y,
entonces, puede que todo pase.