Cuando
acabó la película la sala quedó vacía, solo quedaba en su asiento una joven que
no cesaba de llorar. Un chico de ojos oscuros se acercó a ella entonces, abrumado
por sus lágrimas.
- ¿Puedo
hacer algo por ti?- Una muchacha pálida y esmirriada le devolvió la mirada,
una mirada cargada de indescifrable tristeza, una mirada que le perdió en un
laberinto del que nunca saldría.
- Es
esta música. La película no era buena.-Susurraba.- Pero su música quería
decirnos mucho más… Es lo que la gente no sabe ver en las cosas y lo que todos
quieren buscar.
Había
visto esa película cientos de veces desde que la estrenaron, pero en ninguna de
ellas había encontrado la pieza que le faltaba… Hasta entonces. Y se dejó
llevar por los acordes de piano que inundaban cada rincón de la estancia,
dejando que fueran sus lágrimas las que hablaran desde hacía tanto.
Se
acurrucaron en silencio, dos extraños que buscaban sus trocitos entre las
paredes de una sala de cine.
Y, así, las gotitas de agua comenzaron a
perseguirse…