La mayoría de las veces que estamos creativos,
no creamos.
Me subyugo al ritmo de una rutina
impuesta desde mi propia dictadura.
O no.
O solo soy la soldado que cumple las órdenes
dictadas por un verdadero mandatario
-seguramente en masculino-.
Solo cumplo órdenes.
Camino en la dirección
que se me asignó como correcta.
Me resisto a las ganas
Me resisto a las ganas
que a diario me invaden
de dar marcha atrás
de dar marcha atrás
y coger la senda, dicen, maldita.
[Malditos estamos todos].
¿Qué es vivir sin cadenas?
¿Qué es vivir libre?
[Dios aprieta,
pero nunca asfixia].
De vez en cuando,
[Malditos estamos todos].
¿Qué es vivir sin cadenas?
¿Qué es vivir libre?
[Dios aprieta,
pero nunca asfixia].
De vez en cuando,
levito en paz
y la mayoría del tiempo sonrío
porque no estoy mal.
El vuelo no me daría,
y la mayoría del tiempo sonrío
porque no estoy mal.
El vuelo no me daría,
supongo,
demasiada alegría.
Las alturas dan miedo.
La libertad da pavor
-¿qué hacer con ella?-.
[Es tan fácil seguir las líneas trazadas].
Las dudas se congelan
Las alturas dan miedo.
La libertad da pavor
-¿qué hacer con ella?-.
[Es tan fácil seguir las líneas trazadas].
Las dudas se congelan
en el transcurrir de una vida
supuestamente elegida
-el mito de la libre elección-.
Doy gracias por lo que tengo,
pero ahora vislumbro más sendas
y me dejo transitar
entre ideas que son cometas
supuestamente elegida
-el mito de la libre elección-.
Doy gracias por lo que tengo,
pero ahora vislumbro más sendas
y me dejo transitar
entre ideas que son cometas
desligadas de su cordel
y un cuerpo enredado
y un cuerpo enredado
entre las promesas de cadenas
de una vida que aprieta,
de una vida que aprieta,
pero nunca asfixia.
Y la libertad,
Y la libertad,
¿la libertad no ahoga?