jueves, 8 de agosto de 2019

Yes, sir



La mayoría de las veces que estamos creativos, 
no creamos.
Me subyugo al ritmo de una rutina 
impuesta desde mi propia dictadura.

Soy mi propio detonante.

O no.
O solo soy la soldado que cumple las órdenes
dictadas por un verdadero mandatario 
-seguramente en masculino-.

Solo cumplo órdenes.

Camino en la dirección 
que se me asignó como correcta.
Me resisto a las ganas 
que a diario me invaden 
de dar marcha atrás 
y coger la senda, dicen, maldita.

[Malditos estamos todos].

¿Qué es vivir sin cadenas?
¿Qué es vivir libre?


[Dios aprieta,
pero nunca asfixia].


De vez en cuando, 
levito en paz
y la mayoría del tiempo sonrío
porque no estoy mal.

El vuelo no me daría, 
supongo, 
demasiada alegría.
Las alturas dan miedo.
La libertad da pavor
-¿qué hacer con ella?-.

[Es tan fácil seguir las líneas trazadas].

Las dudas se congelan 
en el transcurrir de una vida
supuestamente elegida
-el mito de la libre elección-.

Doy gracias por lo que tengo,
pero ahora vislumbro más sendas
y me dejo transitar 
entre ideas que son cometas 
desligadas de su cordel
y un cuerpo enredado 
entre las promesas de cadenas
de una vida que aprieta, 
pero nunca asfixia.

Y la libertad, 
¿la libertad no ahoga?