sábado, 31 de agosto de 2019
sábado, 24 de agosto de 2019
He decidido teñirme el pelo negro
Sigo preso, pero ahora el viento corre alrededor.
Extremoduro.
desayunar frente al mar,
coger la tabla
y remar a favor de una rutina
que de verdad elijo yo.
Que el sol se ponga a las tres de la madrugada
y la luna salga a la una de la tarde,
que la noche sea oscura
y el cielo se tiña de colores
—y todos nos creamos
que había un psicotrópico en la cerveza—.
Que los bares madrileños
sean refugio y alegría
y recitar se convierta en un hábito
que teja mi familia
—por fin habitante de mi propia ciudad—.
Que mi piel se cubra de arte
y no me importe si algún día
la gravedad la ablande.
Mis orejas se llenen de pendientes,
y me de igual
lo que otros piensen
—en este punto casi estoy—.
Que todo lo que tengo
me haga libre de todo lo que quiero
y el dinero sea mero adorno
cuando me mire a un espejo
en el que me sonría y piense:
"seguimos siendo esclavos,
pero ahora un poco menos".
Que todo lo demás desaparezca
si consigo llegar a este último anhelo
de imposibles quebrados
en pedazos de deseo.
Quinientas vidas albergo a vivir,
entre hojas de libros que miro sin ganas
y excursiones a la montaña
colmadas de bocatas
que saben mejor
que una cena gourmet cinco estrellas.
Quinientos versos,
cada uno testigo de un momento,
pero ahora un poco menos".
Que todo lo demás desaparezca
si consigo llegar a este último anhelo
de imposibles quebrados
en pedazos de deseo.
Quinientas vidas albergo a vivir,
entre hojas de libros que miro sin ganas
y excursiones a la montaña
colmadas de bocatas
que saben mejor
que una cena gourmet cinco estrellas.
Quinientos versos,
cada uno testigo de un momento,
de una vida.
El baño de seis mujeres
—viejo encuentro de un amor casi extinto—
en una noche estrellada:
la magia es así de simple.
Quinientas historias que contarme
cada noche antes de irme a dormir:
la de la hippie road-trip
que nunca volvió a casa;
la de la periodista
que contaba pequeñas hazañas
de pequeñas gentes
y se acostaba cada noche
con quinientas historias que contarse.
Quinientas vidas albergo a vivir,
nostálgica cada día
de lo que fui y quizás nunca sea.
Sin pasar por quieto
este instante en el que soy,
ese día en el que seré.
Quedarse en este segundo.
Comprender
la vida
como un entramado de historias
—amargas y buenas, tristes y alegres,
sórdidas y cursis, llena y a medias—
y, al fin... vivir.
El baño de seis mujeres
—viejo encuentro de un amor casi extinto—
en una noche estrellada:
la magia es así de simple.
Quinientas historias que contarme
cada noche antes de irme a dormir:
la de la hippie road-trip
que nunca volvió a casa;
la de la periodista
que contaba pequeñas hazañas
de pequeñas gentes
y se acostaba cada noche
con quinientas historias que contarse.
Quinientas vidas albergo a vivir,
nostálgica cada día
de lo que fui y quizás nunca sea.
Sin pasar por quieto
este instante en el que soy,
ese día en el que seré.
Quedarse en este segundo.
Comprender
la vida
como un entramado de historias
—amargas y buenas, tristes y alegres,
sórdidas y cursis, llena y a medias—
y, al fin... vivir.
jueves, 8 de agosto de 2019
Yes, sir
La mayoría de las veces que estamos creativos,
no creamos.
Me subyugo al ritmo de una rutina
impuesta desde mi propia dictadura.
O no.
O solo soy la soldado que cumple las órdenes
dictadas por un verdadero mandatario
-seguramente en masculino-.
Solo cumplo órdenes.
Camino en la dirección
que se me asignó como correcta.
Me resisto a las ganas
Me resisto a las ganas
que a diario me invaden
de dar marcha atrás
de dar marcha atrás
y coger la senda, dicen, maldita.
[Malditos estamos todos].
¿Qué es vivir sin cadenas?
¿Qué es vivir libre?
[Dios aprieta,
pero nunca asfixia].
De vez en cuando,
[Malditos estamos todos].
¿Qué es vivir sin cadenas?
¿Qué es vivir libre?
[Dios aprieta,
pero nunca asfixia].
De vez en cuando,
levito en paz
y la mayoría del tiempo sonrío
porque no estoy mal.
El vuelo no me daría,
y la mayoría del tiempo sonrío
porque no estoy mal.
El vuelo no me daría,
supongo,
demasiada alegría.
Las alturas dan miedo.
La libertad da pavor
-¿qué hacer con ella?-.
[Es tan fácil seguir las líneas trazadas].
Las dudas se congelan
Las alturas dan miedo.
La libertad da pavor
-¿qué hacer con ella?-.
[Es tan fácil seguir las líneas trazadas].
Las dudas se congelan
en el transcurrir de una vida
supuestamente elegida
-el mito de la libre elección-.
Doy gracias por lo que tengo,
pero ahora vislumbro más sendas
y me dejo transitar
entre ideas que son cometas
supuestamente elegida
-el mito de la libre elección-.
Doy gracias por lo que tengo,
pero ahora vislumbro más sendas
y me dejo transitar
entre ideas que son cometas
desligadas de su cordel
y un cuerpo enredado
y un cuerpo enredado
entre las promesas de cadenas
de una vida que aprieta,
de una vida que aprieta,
pero nunca asfixia.
Y la libertad,
Y la libertad,
¿la libertad no ahoga?
viernes, 2 de agosto de 2019
Transitar
Ahora no estoy.
Albergo en fotogramas,
sueño en gráficos,
me absorbo en pantallas
o en las letras de un móvil.
Ahora no estoy,
pero estoy ahí.
Figuro en este mundo.
Ocupo espacio. Soy.
Soy, pero no estoy.
Estoy ahí.
Soy transición.
Soy todo lo contrario al olvido,
lo más similar al limbo.
Soy el deseo de donde no quiero estar.
No quiero estar aquí.
Y, sin embargo, después vuelvo.
Levito entre aquello y esto.
Quiero estar aquí.
Quiero ver los árboles,
quiero pisar el césped descalza,
quiero caminar hasta ver como el sol se esconde.
Quiero ser.
Levito. Transito.
Descanso en las letras de canciones extrañas:
mis pies se posan en la superficie de una luna.
Una luna.
Ahora no estoy.
Entrecierro los ojos entre el pasado y el deseo.
Soy vísceras ilusorias.
¿Qué soy?
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Todo se ve diferente desde este lugar.
¿Qué somos?
Qué inercia esta.
Qué sueño este.
Y una certeza:
solo somos a medias
-si tenemos suerte-.
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