Son las 12 de la noche. Es pronto. Mañana me levantaré a las 7:30, si quiero llegar a tiempo. Tengo sueño. Tengo sueño, pero es pronto. No puedo irme ya. Porque cuando duermo no produzco.
Cuando duermo no produzco.
Cuando duermo no produzco.
Cuando duermo no produzco.
Cuando duermo no produzco.
Cuando duermo no produzco.
Cuando duermo no produzco.
Así que me quedo. Leo. Veo una película. Hago un trabajo. Tengo que ser productiva. Me acuesto cuando quedan siete horas exactas. Siete horas son las mínimas para descansar, dicen. Ocho o siete. Pero cuando duermo no produzco, así que serán siete. Aunque nunca son siete, porque una nunca se duerme según se acuesta. Al menos yo. Cuanto menos duerma más produciré.
Hoy me he dormido a la 1:30. Cuando suena el despertador, lo apago. Tres veces. Y me levanto tarde y llego tarde. La mañana transcurre normal. Tengo clase. Cuando vuelvo, como y me pongo manos a la obra. Tengo que ser productiva, pero tengo sueño. Se me cierran los ojos y yo me resisto. Pasa la tarde en un limbo entre el sueño y el intento de cumplir con las tareas del día, pero no me duermo. Porque cuando duermo no produzco.