Es 24 de diciembre. Y mientras esperamos a que nazca otro año más el hijo del señor tomamos el sol en el porche de la casa del pueblo. Huele a pinos y brasas.
Dos años sin encontrar ningún níscalo.
Ya me he quitado el abrigo y hasta el jersey me sobra.
- Ya no va a hacer falta que nos vayamos a Canarias para pasar calor en navidades, dice mi madre.
- Algo bueno tenía que tener el cambio climático, le responde mi tío.
Dos años sin encontrar ningún níscalo.