por más veces que lo intentemos,
no podemos.
Ni lo aceptamos,
ni nos aceptamos.
Cada día puede ser un odio ciego en el pecho,
una rabia congelada
(como a ti te gusta)
que asfixia mi corazón
e inunda mi garganta.
Quiero rallarte la cara con unas llaves,
sin invitarte a que ralles la noche.
Quiero pegarte un golpe en la tripa
para que algún día
podamos escribir
lo que se experimenta.
Y que te duela.
Y que me duela.
para que algún día
podamos escribir
lo que se experimenta.
Y que te duela.
Y que me duela.