miércoles, 19 de agosto de 2015

Reflections (II)

Por más que nos lo prometamos,
por más veces que lo intentemos,
no podemos.

Ni lo aceptamos,
ni nos aceptamos.

Cada día puede ser un odio ciego en el pecho,
una rabia congelada
(como a ti te gusta)
que asfixia mi corazón
e inunda mi garganta.

Quiero rallarte la cara con unas llaves,
sin invitarte a que ralles la noche. 
Quiero pegarte un golpe en la tripa
para que algún día
podamos escribir
lo que se experimenta.
Y que te duela.
Y que me duela.

Soy yo.
Soy tú.
Somos así.
Lo asumo.
No lo aceptas.
¿Quién eres?