jueves, 27 de octubre de 2011

El Viento y la Flor



Y una vez allí, en la inconsciencia de lo real, la flor le pidió al viento compasión: “Deja de arrastrar mis pétalos, deja de llevarte mi alma”. Y el viento así lo hizo. 
Pronto comprendieron que se encontraban en una gran encrucijada y, como dos niños locos, se dejaron llevar por los actos del corazón. Los pétalos vuelan, vuelan junto al viento que los mece suavemente, siempre por los buenos caminos: “Preciosa flor, jamás cambiaría esto.” 

Noche, día, ¿Qué más daba? Todo era perfecto, lo imposible había dado paso a la mayor perfección que se esperaba.

Pero, de repente, el viento se vio en tempestad y, junto con él, los pétalos se agitaron.

Ya no hay más que angustioso dolor, ya no hay más que noches eternas, el alma había quedado descompuesta.

“Quise calmar el viento y el viento me embraveció, quise querer lo que no se puede querer”.

Yo he escuchado que en las noches más oscuras el viento arrastra un pétalo rojo que nunca cae al suelo.

jueves, 6 de octubre de 2011

Mi ángel

Tengo la certeza de que hay alguien que me ha estado acompañando desde antes de nacer y sé, que de un modo u otro, lo hará hasta que mi vida se vaya. Mi ángel de la guarda, que vigila cada movimiento y cada paso que doy y procura que no caiga. A veces me enfado con él, me parece pesado, no me gusta lo que dice o no quiero que asome sus narices en mi vida. Pero cuando no está detrás también me enfado, porque con él me siento más segura, más protegida, y si se va me siento tan sola… Yo tengo la enorme suerte de tenerle y me gusta reconocerme en sus actos. Me río si él ríe, lloro si él llora, me enfado si él se enfada. Y aunque se lo diga muy poquitas veces, yo le quiero, le quiero muchísimo y le agradezco cada rincón de él que hay en mí.

Muchas veces me pregunto qué sería de mí sin ti, mamá.