miércoles, 23 de marzo de 2011

Él y ella.

Toda historia tiene un principio, pero también un final. Es algo que nunca se podrá cambiar. Nunca olvidarán los momentos vividos porque ahora han cambiado por completo, ahora son otros que cuando él era solo él y ella solo ella. Pero aunque un pedazo de sus seres hubiera quedado unido, sus vidas se separaban.

- Gracias-la decía él-me has enseñado a valorar la vida.

“Y muchas cosas más” se decía a sí mismo, pero no estaba dispuesto a decírselo.

- Pero tú a mí me has enseñado a vivir.

Las palabras se ahogaban, ya no las hay, él la amaba a ella y ella a él pero ahora eran él y ella y ya no podían amarse. Las caricias, los besos, los te quiero, los roces, las noches, los abrazos… ahora quedarían en el pasado, en los rincones de su mente y allí permanecerían por siempre.

Se miraron, nostálgicos, anhelantes… Sin darse cuenta se acercaron, quedando a centímetros el uno del otro. Un flash de todo, un momento de tensión, de silencio. Sus labios se juntaron, más apasionados que nunca, sus bocas se buscaban y sus cuerpos se juntaron. Un beso dulce, amargo, desesperado… Pero no tenían miedo, sabrían afrontarla, sabrían hacerle frente a la vida.

Una última mirada. Él. Ella. Por última vez.

- Adiós.

Y se dieron la espalda, cada uno por su camino, ya estaba todo dicho. Porque aunque romper con el pasado siempre nos causa dolor, un futuro nos estará esperando.

lunes, 7 de marzo de 2011

Ella.

La historia dice que ella provenía de las calles y que la vida, a diferencia de a otros, siempre la había mostrado su cara más dura. Pero su corazón era tan fuerte que nunca se sentía débil, y todo lo iba guardando en su interior. En tantas casas había vivido que ya perdía la cuenta. Pero ella no se paraba a pensar en los motivos de aquello, a pesar de que siempre la sucedía lo mismo.

Llegó por fin el día en el que sus 18 llegaron y pudo verse librada de volver a ser adoptada y juzgada. Lo que la deparaba el futuro era muy incierto, pero si sabía que podía acudir a su tía. Aunque nunca se hubieran querido, seguramente la daba algo de dinero y puede que una habitación para pasar las noches de Madrid. Cogió sus escasas pertenencias y con el dinero que tenía compró un billete de vuelo, poco sabía ella lo que iba a hacer al llegar. Pero llegó y, cuando lo hizo, se dirigió a la casa de su tía por un camino poco seguro, abandonado, una corazonada la dirigió hasta allí.

Y allí le vio, en lo alto de un edificio por dónde no había ni un alma. Sin saber por qué su corazón dio un vuelco y sintió que debía ayudarle, no podía dejarle cometer aquella locura.

Cuando tan solo estaba a cuatro pasos de él, algo en ella cambió… y le tendió la mano.

-¿Qué es tan malo que no puedes soportar?

Esperó unos segundos, unos segundos que la parecieron eternos. No sabía por qué, pero un miedo terrible la recorría…

-¿Dónde has estado todo este tiempo?-la dijo él con un brillo intenso en sus ojos.

“Te buscaba a ti y no lo sabía”, se notó con suerte, ahora nada sería igual.